En los procesos de transformación industrial, las empresas se embarcan en proyectos ambiciosos: implantan sistemas de gestión, redefinen los procesos operativos o introducen metodologías de mejora continua.

Sin embargo, con frecuencia observamos cómo con el tiempo los cambios tienden a diluirse, el impulso inicial se desvanece y las mejoras decaen. En muchos casos, esta situación se debe a un factor poco reconocido pero determinante: la ausencia o la falta de desarrollo de una figura clave en la organización, la del mando intermedio.

Mandos intermedios: el pilar que sostiene el cambio cultural

Encargado, supervisor, jefe de turno, o cualquier otra que sea su denominación, la principal función del mando intermedio es gestionar los equipos de trabajo sobre el terreno. Ellas y ellos aseguran que el personal trabaja coordinadamente, que los estándares se cumplen y que los objetivos operativos se alcanzan de manera eficiente.

Los mandos intermedios son quienes están en contacto directo con la producción. Son el vínculo entre la dirección y los operarios; responsables en el día a día de llevar a la práctica las decisiones estratégicas. Pese a ello, en muchas pymes industriales su papel está poco definido o directamente no existe dentro del organigrama.

Una confusión habitual en entornos industriales poco profesionalizados es pensar que el encargado debe asumir funciones de producción directa. Pero el mando intermedio no es un operario de máquina, sino un gestor de personas y procesos. Su labor en asegurar que el trabajo se realiza conforme a los estándares, que se corrigen desviaciones y que la plantilla se implica en la mejora continua.

«El mando intermedio debe actuar sobre el terreno, pero con una mirada de gestión. Es quien convierte el cambio en hábito, garantizando su continuidad»

El mando intermedio debe estar en planta, sí, pero con una mirada de gestión: observando, comunicando, detectando oportunidades y movilizando al equipo para resolver problemas en su origen. Es el perfil que convierte el cambio en hábito y que evita que los avances desaparezcan con el tiempo.

Funciones clave para sostener la mejora

Para cumplir su función, los mandos intermedios deben asumir un conjunto de responsabilidades que van más allá de la mera «supervisión»:

  • Conducir la reunión de cambio de turno/día. Revisar los indicadores de producción, calidad y seguridad, analizar las desviaciones y dinamizar al equipo en la ejecución de acciones de mejora.

  • Verificar el cumplimiento de los estándares de calidad y seguridad, detectando ineficiencias desde la observación directa durante el Tour de terrain y gestionar las acciones correctivas necesarias.

  • Liderar talleres de mejora continua, impulsando la participación activa de los miembros del equipo en la identificación de oportunidades de mejora y resolución de problemas.

Estas funciones exigen una combinación de habilidades de liderazgo, análisis, capacidad de mejora, comunicación y gestión operativa que no pueden improvisarse ni adquirirse únicamente con la experiencia en planta. Por ello, es imprescindible invertir en su formación y acompañamiento.

El objetivo es dotar a la empresa de una figura capaz de coordinar equipos, dinamizar la producción y mantener vivas las mejoras que permiten evolucionar hacia una cultura industrial sólida y sostenible.

Desarrollar competencias: un paso necesario para sostener el cambio

En la práctica, el reto para muchas pymes industriales no es sólo incorporar la figura del mando intermedio, sino definir correctamente sus responsabilidades y dotarle de las competencias necesarias para cumplirlas.

En ACMP ayudamos a las empresas con las que colaboramos a fortalecer su estructura organizativa mediante un proceso de trabajo que incluye:

1. Revisión de las fichas de puesto actuales. Identificamos tareas, responsabilidades y habilidades clave mediante una matriz de competencias.

2. Definición de las nuevas competencias y habilidades esperadas. Establecemos los requisitos de liderazgo, gestión de equipos y mejora continua que debe reunir cada posición.

3. Formalización de las nuevas fichas de descripción del puesto con competencias evaluables. Creamos herramientas de evaluación y seguimiento para medir la evolución y desempeño de los mandos intermedios.

4. Coaching. Acompañamos a los nuevos mandos en un proceso de desarrollo personalizado, orientado a reforzar las competencias específicas del puesto y a consolidar su rol como líderes operativos del cambio.

Conclusión

La sostenibilidad de las mejoras en la pyme industrial depende, en gran medida, de la fortaleza y madurez de sus mandos intermedios. Sin figuras que velen por el buen desempeño de la producción y gestionen la mejora continua, cualquier avance corre el riesgo de diluirse con el tiempo. Por tanto, el dotar a estos profesionales de las herramientas, competencias y estructura adecuadas es una inversión estratégica en la profesionalización de la empresa, su eficiencia y competitividad.