A lo largo de los últimos años, numerosas empresas occidentales y en diversos sectores han implantado con un mayor o menos éxito el sistema de producción de Toyota, más conocido en el mundo occidental como Lean Production.

La experiencia de implantación en estas empresas nos muestra que así como las herramientas de la metodología se han implantado con relativa facilidad, su estabilización y mantenimiento está presentando fuertes dificultades, bien por falta de disciplina o por la difícil asunción de TODO el personal de la empresa del cambio cultural que supone en las costumbres arraigadas a lo largo de los años.

Cuando coincidimos personas de diferentes empresas y comentamos las dificultades que estamos teniendo en la implantación y mantenimiento de la metodología Lean Production, planteamos la necesidad de que su despliegue esté acompañado de un cambio en los comportamientos por parte del personal de la empresa a todos los niveles.

La rapidez de los cambios que se están produciendo en la sociedad, los clientes, mercado, etc hacen necesario y estratégico adaptar los principios o valores a estos nuevos requerimientos con el objetivo de mantener la capacidad competitiva de la empresa.

Como es conocido, la definición de Lean es hacer lo que quiere el cliente, cuando lo quiere y como lo quiere, aportando VALOR y al mínimo coste. Esta definición nos permite visualizar algunos comportamientos que necesitaremos desarrollar o potenciar en todos los niveles de la organización.

Aunque cada organización deberá definir el tipo de comportamientos que se espera de su personal y que deben estar alineados con la estrategia de la empresa, podemos presentar a modo de ejemplo alguno de ellos que se repiten en organizaciones que han implantado con éxito Lean Production, entre otros:

  • EL CLIENTE COMO CENTRO
  • LIDERAR CON EL EJEMPLO
  • EL STANDARD ES SAGRADO
  • LA MEJORA COMO OBSESION
  • LAS COSAS BIEN HECHAS (CALIDAD)
  • RESPETO A LAS PERSONAS

Estos comportamientos, u otros definidos en la estrategia de la organización, no pueden ser genéricos y colgar como valores en la entrada de la empresa sin que nadie haga ningún caso, deben ser definidos con precisión para que todo el personal los entienda y asuma. Para su despliegue debemos llegar hasta indicadores que nos permitan medir el nivel de asimilación por parte del personal e implantar las actividades de desarrollo más adecuadas.

La relación entre el cambio cultural producido y los resultados de la empresa no deja lugar a duda, la competitividad de las organizaciones está muy condicionada en positivo y negativo por las actitudes, conocimientos y habilidades de las personas que trabajan en ella, por lo tanto, adaptarnos rápidamente a este nuevo entorno se ha convertido en una necesidad de carácter estratégico y que debe ser liderada a máximo nivel.